Como quedó patente en mi último artículo, desde hace muchos años abogo por la necesidad de cambiar nuestro modelo de enseñanza de la Medicina. En ese texto anunciaba una serie de reflexiones al respecto. Hoy me ocupo de la reforma de los planes de estudio de 1990. Próximamente analizaré la reforma del 2007-2008, para cerrar este conjunto de anotaciones describiendo el Plan de Estudios Orientado a la solución de Problemas (PEOP).
A partir de 1990 y a diferencia de lo que ocurría antes, el título de licenciado ya no autorizaba para el ejercicio de la profesión en los sistemas sanitarios públicos, ya que la Unión Europea exigía una formación complementaria postgraduada en Medicina General durante un mínimo de dos años. Ello condujo a la promulgación, por parte del Ministerio de Educación y Ciencia, de una serie de directrices para la reforma de planes de estudio. Diversas Universidades fueron introduciendo las modificaciones correspondientes con un ritmo diferente, aunque en su conjunto los resultados no fueron convincentes. Deseo recordar al respecto algunos párrafos que cabe leer en el Informe sobre “La formación de los profesionales de la salud” publicado en 1999, bajo el auspicio de la Fundación BBV y como resultados de dos encuentros y sus debates celebrados en 1996 y 1998, en los que tuve oportunidad de participar: ”Hoy, el objetivo primario de la educación del médico ya no es el ejercicio inmediato de la profesión, tras obtener el título de licenciado en Medicina, sino el de alcanzar los conocimientos, las habilidades y las actitudes apropiadas para poder iniciar y culminar con éxito la formación médica especializada. Esta nueva situación convierte en apremiante, en el contexto de la Unión Europea, la necesidad de llevar a cabo una verdadera redefinición de los objetivos de la formación pregraduada de los médicos, la cual redundará, sin duda, en beneficio de la formación especializada y, desde luego, de la propia formación pregraduada. Y esta necesidad se fundamenta en el hecho de que los principios, en conjunto razonables, que guiaron la reforma de los planes de estudio, cuyas directrices se publicaron por el entonces Ministerio de Educación y Ciencia en 1990, fueron desvirtuándose, confirmando las advertencias y recelos que todos sus actores habían expresado. Ahora, la cuestión final es decidir si es posible y conveniente el “nuevo plan de estudios” o, si por el contrario, conviene abordar la implantación de otros modelos educativos como los “planes de estudios orientados a problemas” (PEOP)……Unas regulaciones flexibles, de acuerdo con la autonomía universitaria, un número suficiente de docentes concienciados y adecuadamente motivados y la colaboración de los estudiantes, deberían permitir la implantación de los nuevos modelos educativos en aquellos centros en los que las condiciones estructurales y los modelos mentales lo permitieran, dejando a los más prudentes o recelosos como grupo comparativo para una evaluación a medio plazo de los resultados”.
Y esta valoración negativa de los llamados “nuevos planes de estudio” realizada en 1999, no se modificó sustancialmente a lo largo de los años subsiguientes. Así, por ejemplo, El Director de la Cátedra UAM de Innovación Docente Dr. Luis Munuera se expresaba el mes de Setiembre de 2006 del siguiente modo: “De 1990 data el Real Decreto de Directrices Generales propias de la Licenciatura de Medicina. Destinado a servir de guía para la confección de los planes de estudio por cada una de las facultades, sufrió en ellas un proceso azaroso que supuso un cierto progreso para los centros muy anclados en criterios tradicionales, pero fracasó en términos generales en cuanto al intento de modernización de la formación médica básica…………Es evidente que se plantea la necesidad de emprender en nuestras facultades un proceso de innovación docente. ¿Cuándo? Ahora es el momento y no debería retrasarse más: hace ya cinco años la Conferencia de Decanos expresó “la necesidad de que las diferentes facultades inicien un proceso de reforma y cambio de los planes de estudio”.
El análisis histórico de esta primera reforma de los planes de estudio permite concluir que sus resultados no fueron muy satisfactorios.