El lenguaje médico español está intensamente impurificado por las palabras inglesas, no rara vez mal traducidas. En ocasiones esas impurezas no tienen otra importancia más allá de la falta de respeto por la propia lengua. Otras veces la situación es más grave, al darse una traducción conceptualmente incorrecta. Si al final, como suele suceder en la práctica, el término es bendecido por la Real Academia Española, el resultado no es nada edificante (véase mi artículo del 12-5-2009).
El nombre de célula troncal (“stem cell” en terminología anglosajona) se aplica a aquellas poblaciones celulares que tienen la capacidad de división permanente o ilimitada, y que originan células especializadas. El desarrollo humano comienza cuando un espermatozoide fecunda un óvulo creando una sola célula que tiene el potencial de crear el organismo entero. Este huevo fertilizado recibe también el calificativo de totipotente, lo cual significa que su potencial es total. En las etapas posteriores del desarrollo embrionario surgen otras células troncales más diferenciadas, como las pluripotenciales y multipotenciales, que siguen conservando la capacidad de división permanente y de originar células especializadas, aunque ya han perdido una parte de su potencialidad.
En algunos idiomas europeos se mantiene el concepto de célula troncal para designar esta estirpe celular. Así, en alemán se habla de la “Stammzelle”, en italiano de “cellula staminale”, y en francés de “cellule souche” (“souche” = cepa o tronco). En España, en cambio, ha surgido el término “celulas madre” que ha hecho fortuna. Un gran científico español César Nombela publicó en 2007 un precioso libro “Células madre. Encrucijadas biológicas para la Medicina: del tronco embrionario a la regeneración adulta”. En uno de los primeros capítulos pide disculpas por utilizar este término al señalar: “La expresión no puede ser más opuesta a las reglas de nuestra gramática. Se utiliza un sustantivo -madre- como adjetivo, pero además no se pluraliza, a pesar de que el sustantivo adjetivado se emplea en plural -células- “. Tras varias consideraciones adicionales confiesa: “Me he rendido, voy a hablar de células madre en las páginas que siguen, son las células que tienen “troncalidad” en distintos grados. Es el nombre que todo el mundo entiende”.
Desde que con mis colaboradores introdujimos en España el trasplante alogénico de médula ósea en 1976, he trabajado extensamente con las células pluripotenciales de la hematopoyesis, razón por la cual el término de “células madre” inmediatamente atrajo mi interés. Hace bastante tiempo que intento identificar a quien introdujo esta palabra en España. He hablado con bastantes personas de ámbitos diferentes. En un encuentro casual con el entonces ministro Bernat Soria -quien ha investigado sobre las células troncales de origen embrionario- comentamos el asunto. Llamé a César Nombela. Contacté con varias personas del Instituto Valenciano de Infertilidad. Tras defender con entusiasmo el nuevo término -por ser mucho más entrañable y humano que la botánica troncalidad- no supieron darme información sobre su autor. Alguien me comentó que la palabra se debe a un periodista anónimo. Me gustaría saber quien es para poder expresarle mi enhorabuena por el gran éxito de esta expresión autóctona.